Tres destinos checos para realizar turismo cervecero
Czech Tourism comparte ideas de visitas en Pilsen, la cuna de la Pilsner, en la ciudad de la Budweiser original, y en un lugar totalmente dedicado al cultivo del lúpulo.
Chequia es uno de los países más cerveceros del mundo, sea para la producción como el consumo. Sus tradiciones relacionadas con esta bebida son milenarias y la cerveza forma parte de cualquier experiencia durante un viaje al país de Europa Central. Se piensa por supuesto en la Ruta de la Cerveza en Pilsen, conocida mundialmente por ser el hogar de la icónica Pilsner Urquell. Ofrece la oportunidad de explorar la cuna de la cerveza tipo lager. El recorrido comienza en la histórica Cervecería Pilsner Urquell, para visitar su museo y conocer las bodegas subterráneas donde la cerveza se sigue almacenando en barriles de roble.
Ese circuito incluye también la Cervecería Gambrinus, otro nombre destacado en la tradición cervecera de Pilsen, y el restaurante Na Spilce, ubicado en la antigua sala de fermentación de la cervecería. Para una experiencia más local, se recomienda hacer una parada en el Pivovar Raven, una cervecería artesanal que ofrece estilos innovadores. Se recomienda también vivir la Pilsner Fest, una celebración anual (octubre) que recuerda el aniversario de la primera cocción de la legendaria Pilsner Urquell en 1842. Reúne a miles de personas para disfrutar de la cerveza, la gastronomía local y una amplia oferta de música en vivo y entretenimiento.
Otro destino cervecero por excelencia en la República Checa, es České Budějovice, el lugar de origen de la Auténtica Budweiser. En esa ciudad, que se destaca por un rico patrimonio histórico y arquitectónico, se visita la cervecería Budějovický Budvar para conocer el proceso de elaboración de la auténtica Budweiser. Durante la estadía, no hay que perderse los paseos por la Plaza de Premysl Otakar II con la fuente de Samson, la más grande en Chequia; la famosa Torre Negra para sacar fotos panorámicas de la ciudad y de la confluencia de los ríos Moldava y Malse; y la calle Panska, entre las antiguas murallas de la ciudad. La Budweiser original se puede degustar en la taberna Masné krámy, un lugar lleno de tradición y sabor.
Finalmente, cualquier amante de la cerveza debe pasar por Zatek, que forma parte de las listas del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Esa localidad es un escaparate del patrimonio del lúpulo, con históricos almacenes, antiguos secaderos y salas de embalaje. Incluso se visita el campo de lúpulo más pequeño del mundo. La visita concluye en el Museo de la Cerveza y el Museo del Lúpulo. Por si faltaba más, hay un Templo del Lúpulo, con un Faro del Lúpulo, un Reloj Astronómico del Lúpulo y un laberinto hecho de sacos de… lúpulo, por supuesto.