Viajes, paseos y paisajes de invierno
De norte a sur, ideas y lugares para disfrutar de la temporada más fría del año. Los distintos destinos del país ofrecen recorridos urbanos, circuitos gastronómicos y salidas de deportes o aventura para que cada cual se sienta a su gusto y disfrute de los panoramas invernales en su mejor momento.
SALTA
Es la provincia de los paisajes infinitos, la que siempre asombra por su belleza y convoca por su calidez. Uno de los destinos favoritos de argentinos y extranjeros durante todo el año, con un nutrido calendario de actividades culturales y homenajes a la tradición.
Entre sus emblemas está el famoso tramo del ramal C-14 del ferrocarril General Belgrano que se conoce como Tren a las Nubes. Hoy el recorrido no se hace completamente en los vagones, sino que se sale en bus desde la capital provincial para iniciar un viaje que pasa en primer lugar por Campo Quijano, lugar del monumento al ingeniero Richard Maury, que diseñó el trazado con sus 217 kilómetros de rieles, 29 puentes, 20 túneles, 13 viaductos, dos rulos y dos zig-zags. La siguiente parada es el Viaducto el Toro, en medio de un paisaje mineral que invita a las primeras fotos, a la sombra del Nevado del Acay y la formación geológica Yacoraite. A continuación, en El Alfarcito se baja del bus para un desayuno campestre con infusiones, pan casero, empanaditas de cayote y alfajores. Sobre el mediodía se llega a San Antonio de los Cobres: es un momento clave, ya que aquí se toma el auténtico Tren a las Nubes, a 3.800 metros de altura, para efectuar el único tramo de ferrocarril hasta el Viaducto La Polvorilla, punto culminante del recorrido, a lo largo de unos 50 minutos. Aunque breve, es impresionante y sin duda lo mejor del viaje. Al arribar al impactante punto de destino, con sus vigas de 63 metros extendidas sobre 223 metros de largo, con una altura máxima de 4.200 metros, esperan a los visitantes los niños del lugar con canciones acompañadas de sikus, quenas y el izado de la bandera. El regreso es por la tarde, nuevamente en bus, por el mismo camino de la ida pero con una parada a mitad de camino en el pequeño museo de Santa Rosa de Tastil.
Salta también es sinónimo de la Ruta del Vino: desde el sur de la provincia, en la frontera con Tucumán, hasta los altos viñedos de Colomé, los Valles Calchaquíes forman un circuito de numerosas bodegas y cientos de hectáreas cultivadas con vides -sobre todo en los departamentos de Cafayate, San Carlos, Angastaco y Molinos- que invitan a la degustación y el relax. A lo largo de unos 200 kilómetros los distintos establecimientos permiten conocer las características de los vinos de altura, nacidos de uvas situadas entre 1600 y 2400 metros sobre el nivel del mar, y por ello de características únicas en sabor y cuerpo. Varias agencias proponen distintos circuitos partiendo de la capital salteña, mientras otros visitantes prefieren ir eligiendo con su propio vehículo qué lugares visitar: pero en todos los casos habrá que probar el famoso torrontés, la cepa insignia de Salta. Cafayate es el corazón de la región vitivinícola: allí varias bodegas -como Piattelli, El Porvenir, Finca Las Nubes- ofrecen visitas, en su mayoría gratuitas, para conocer el proceso de elaboración. Además el Museo del Vino narra el pasado, presente y futuro de esta actividad y la historia de la vitivinicultura salteña: es un imperdible para conocer los detalles de cada terroir y cómo se llegó a las cepas y blends actuales. Además de Cafayate, la Ruta del Vino en Salta incluye Molinos, Angastaco, San Carlos, Cachi y Seclantás, donde hay bodegas de distintos tamaños y con diferentes técnicas de elaboración, así como establecimientos que poseen sus propios hoteles o restaurantes.
BARILOCHE
Cuando las encuestas hablan, dicen que el sur es el destino soñado por la mayoría de los argentinos, y dentro de la región especialmente San Carlos de Bariloche. La “Suiza de la Patagonia” es una de las ciudades más desarrolladas turísticamente del país, con paseos, excursiones y actividades durante todo el año, tanto en materia de aventura (canopy, rafting, cabalgatas, trekking) como a la hora de la buena gastronomía que se apoya en productos patagónicos como la trucha, el jabalí, los ahumados y los famosísimos chocolates.
Este invierno contará con el mayor nivel de conectividad aérea de los últimos 15 años, desde la Argentina y desde Brasil, con un promedio diario de 30 vuelos y picos de 40. Es que el gran imán es el Cerro Catedral, el complejo invernal grande de Sudamérica, que cuenta con más de 1200 hectáreas esquiables entre áreas fuera de pista caminos y pistas (como la emblemática Panorámica, un recorrido en lo más alto descendiendo por el filo de la montaña desde el desembarque de la Telesilla Nubes hasta Cóndor; se pueden observar el Cerro Tronador, el lago Nahuel Huapi y las agujas de Catedral). La novedad de este año son las mejoras en diferentes puntos de la pista, sobre todo en el desembarque de la Telesilla la Hoya.
Para los principiantes en deportes de nieve, Catedral Alta Patagonia mejora continuamente el Play Park: en el centro de la Base y al pie de la montaña, es un área con más de siete medios especiales para quienes se inician, en los que se incluyen cuatro cintas transportadoras MagicCarpet, muy cómodas para dar los primeros pasos en los deportes de nieve. Esta zona cuenta con cañones de fabricación de nieve de última tecnología, por lo que se puede asegurar el manto blanco durante toda la temporada.
Mientras tanto, para los más amantes de lo extremo el Catedral Snow Park -lindero a la Telesilla Triple Park, a 1800 metros sobre el nivel del mar- contará con nuevos módulos que exigirá lo máximo de cada uno. Es un punto de encuentro obligatorio para quienes disfrutan del freestyle, gracias a sus saltos y obstáculos para todos los niveles, con el fin de que el aprendizaje sea progresivo.
Como todos los años, Cerro Catedral es el escenario de importantes eventos que marcan el ritmo de la temporada de nieve: del 1 al 4 de agosto se llevará a cabo una de las etapas del Campeonato Mundial de Snow Voley, y del 7 al 14 de septiembre cientos de patrulleros de los mejores centros de esquí del mundo se encontrarán aquí para el Congreso Internacional de Pisteros Socorristas. Habrá asimismo diferentes competencias deportivas de la FIS, FASA, Clubes y marcas, con los mejores atletas de cada disciplina en la montaña.
Y como después de la nieve siempre llama un rato de descanso y calor, la montaña cuenta con más de 10 paradores gastronómicos ubicados en diferentes puntos, ideales para disfrutar de los sabores patagónicos con increíbles paisajes a la vista. Este año el Refugio Lynch vuelve a abrir sus puertas con un edificio renovado y una nueva propuesta culinaria.
Y cuando la idea es quitarse los esquís para disfrutar la nieve de un modo diferente, Cerro Catedral ofrece tres alternativas para ascender a través de los medios de elevación a diferentes puntos de la montaña, acceder a paradores y realizar actividades en la nieve. Mágic donas, trineos, caminatas con raquetas y snowbmx, entre otras propuestas, aseguran que grandes y chicos disfruten de la nieve y después puedan darse un paseo por los locales del shopping Las Terrazas.
BUENOS AIRES
A veces lo más cercano es lo que menos se conoce, porque “siempre hay tiempo”… y el momento nunca llega. Pero esta vez será distinto gracias al programa de promoción en barrios de Buenos Aires lanzado por el gobierno porteño. En el marco de esta propuesta habrá más de 500 atracciones distribuidas en todos los distritos, con el objetivo de que se sumen más turistas a los 2,7 millones que ya visitaron la ciudad el año pasado y que la oferta no esté concentrada sino distribuida por todos lados.
La identidad y cultura porteña se plasmarán en murales ubicados en distintos barrios, una de las propuestas de los los circuitos turísticos especialmente diseñados. Las pinturas reflejarán el espíritu de cada distrito y a sus vecinos, ya que las personas cedieron sus fotos para las 48 obras, que estarán ubicadas en Almagro, Flores, Parque Chacabuco, San Telmo, Liniers, Mataderos, Villa Devoto, Villa del Parque, Villa Urquiza, Villa Pueyrredón, Saavedra y Villa Crespo. Por ahora fueron inaugurados los de Caballito y Barracas. Allí “los vecinos se identifican en alguno de los mosaicos, porque ellos son la identidad de cada barrio”, comentaron autoridades de la ciudad en la presentación del proyecto, durante la cual se dio a conocer una gigantografía de 3×2 metros con un mapa de los 48 barrios porteños para que los vecinos naveguen por los circuitos al escanear un código QR y se saquen fotos. Lo más interesante es que la iniciativa difunde y comunica los atractivos de los sectores que tradicionalmente no se consideran turísticos: pero ese mito se despeja en el mapa interactivo que se puede consultar en https://travel.buenosaires.gob.ar/turismo-por-barrios: allí están los puntos de interés recomendados para que los turistas puedan conectarse con las expresiones culturales de la ciudad, incluyendo 80 bares notables, más de 150 teatros y centros culturales barriales. Simultáneamente, comenzó una campaña de concientización turística para que los vecinos y comerciantes puedan recibir al viajero de la mejor forma, generando una experiencia mutua enriquecedora.
Estas son solo algunas de las opciones que ofrece el mapa interactivo:
-San Nicolás: uno de los barrios más antiguos de Buenos Aires. En la iglesia que le da nombre se izó por primera vez en la actual capital, en 1812, la bandera nacional. El templo desapareció por el ensanchamiento de la calle Corrientes y en su sitio se erigió el Obelisco. Entre los límites de San Nicolás se encuentran emblemas de la ciudad como el Teatro Colón.
-Boedo: aquí se viven apasionadamente el tango y el fútbol. También fue el escenario del literario Grupo de Boedo, hoy recordado en varios murales, en tanto otras pinturas aluden a San Lorenzo, el corazón futbolero local. La esquina tanguera de San Juan y Boedo lleva el nombre de Homero Manzi; muy cerca la esquina Osvaldo Pugliese y el café Margot son otros hitos de la vida bohemia del barrio. El cercano Museo Monte Piedad recrea cómo era un café literario y las instalaciones de un antiguo banco.
-Villa Urquiza: barrio de plazas y calles tranquilas, ahora en plena renovación, tiene corazón en la Plaza Echeverría, eje de las fiestas patrias y kermesses. La comunidad italiana local impulsó la construcción del Teatro 25 de Mayo, convertido en complejo cultural, mientras la vida religiosa pasa por la parroquia Nuestra Señora del Carmen, nacida a partir de un oratorio que establecieron damas representativas a fines del siglo XIX. Y el Mercado Urquiza es uno de los que quedan como ejemplo de los que funcionaban en todos los barrios de la ciudad.
MENDOZA
E es una de las provincias convocantes del invierno; aquí llaman el manto blanco cordillerano y los encantos de Las Leñas, un centro de esquí ideal para los expertos, como para salir del hotel con las tablas en los pies. La puerta de ingreso al sur mendocino es San Rafael, a 200 kilómetros de Las Leñas, que tiene brillo propio como centro de actividades de aventura durante todo el año. Más cerca todavía -a solo 80 kilómetros del complejo de esquí- Malargüe es el centro de una región atractiva por sus volcanes, la Caverna de las Brujas, el Observatorio Pierre Auger y los Castillos de Pincheira, un conjunto de formaciones rocosas al que se accede por un camino de ripio para luego caminar hasta el interior mismo del paisaje, atravesando un puente colgante sobre el río. Además se descubrirán aquí las historias de antiguos bandidos rurales que asolaban la región robando ganado de un lado a otro de la cordillera. Entre una visita y otra siempre hay tiempo para degustar chivitos -la especialidad de la región- y tortas fritas. Desde Malargüe la ruta lleva a Las Leñas, uno de los centros de esquí más equipados del país, con un conjunto de cinco hoteles de diversas categorías -Piscis, Acuario, Aries, Escorpio y Virgo- y varios complejos de departamentos que brindan distintos niveles de servicios. Está a 2240 metros de altura y tiene cumbre en los 3430 metros. El centro del valle, a un paso de los hoteles, es el punto de partida de 14 medios de elevación (también hay un ski-carpet para principiantes) que pueden transportar a más de 12.000 esquiadores por hora y permiten el acceso a una treintena de pistas: el 45% son azules, el 35% rojas, el 15% verdes y el 5% negras. Para los que saben, tiene el atractivo sin igual de un descenso ininterrumpido de siete kilómetros combinando las pistas Apolo, Neptuno y Venus. Además, Las Leñas figura entre los mejores lugares para el esquí fuera de pista. Garantiza una buena temporada para todos gracias a sus equipos de fabricación de nieve, la escuela de esquí para niños y adultos, sus programas de esquí adaptado y la cobertura Wi-Fi gratuita en los hoteles y pistas.
Decir Mendoza es, por supuesto, decir también los Caminos del Vino. Toda la capital provincial está rodeada de viñedos, como los que se encuentran a lo largo de la RP 94, sobre el Valle de Uco, entre Tunuyán y Manzano Histórico. Una tras otras, las bodegas invitan con sus diferentes etiquetas a degustar las tentaciones del Malbec y las otras cepas que hacen famosa a la provincia. Manzano Histórico, además, aporta su toque de historia, porque según la tradición San Martín y sus soldados pararon aquí, después de cruzar los Andes, cuando volvían de la campaña que liberó a Chile del dominio colonial español.
Pero además Mendoza es famosa en todas las casas argentinas por el agua mineral. Aquella cuya etiqueta muestra un imponente hotel entre las montañas, y que no es un mero dibujo sino la representación del antiguo establecimiento termal Villavicencio, diseñado por los mismos arquitectos que concibieron el Kavanagh y hoy situado en el corazón de una reserva natural privada. Este enorme edificio de arquitectura alpina normanda, ubicado a 1750 metros sobre el nivel del mar, tiene dos modos de acceso: por la ruta asfaltada que sube fácilmente desde Mendoza, en una hora de agradable paseo, o por el famoso Camino de los Caracoles que baja desde Uspallata y regala en cada una de sus 365 curvas una vista más asombrosa que la anterior. Llegar a la famosa imagen de la etiqueta de Villavicencio no deja de sorprender: este hotel, inaugurado con todos los lujos en 1940, después de apenas un año y tres meses de construcción, está cerrado desde 1979 pero no perdió nada de su encanto exterior, sumergido entre las montañas y un parque diseñado por Carlos Thays. A lo largo de los años recibió a numerosos visitantes célebres, desde Perón -en tiempos en que se construía en Uspallata el primer hotel sindical de la Argentina- hasta la orquesta de Aníbal Troilo. Justo enfrente hay “canilla libre” de la famosa agua mineral, tal como sale de la vertiente… y va a la botella.
La reserva abarca hoy día 72.000 hectáreas y es la única privada del país que alcanzó el estatuto de Sitio Ramsar, la convención internacional que protege los humedales. Tras ingresar el predio es posible sumarse a los grupos de visitas guiadas que se ofrecen para conocer la historia del hotel y un sendero de interpretación en el área de Vaquerías. Frente al edificio mismo del antiguo hospedaje, cruzando un puente se puede ver una de las vertientes naturales del agua mineral, tal como surge de entre las rocas desde el acuífero subterráneo situado a más de mil metros de profundidad. En el área también hay un parador para comer, con una magnífica vista, y llevar de recuerdo productos regionales.
CORDOBA
Naturaleza serrana e historia al alcance de la mano son los sellos distintivos de Córdoba. Y la provincia se vive todo el año, con el encanto de que las cumbres de las sierras llegan a cubrirse de nieve durante el invierno. El circuito ideal comienza en la capital, donde la Manzana Jesuítica -en pleno centro – forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco. Comprende el Colegio Nacional de Montserrat, la Capilla Doméstica, el Colegio Nacional de Montserrat, la iglesia de la Compañía de Jesús, la antigua sede de la Universidad Nacional de Córdoba y la Residencia. Lo ideal es conocerla en las visitas guiadas que recorren las distintas dependencias, haciendo hincapié en su joya principal: la colección jesuítica y las salas de incunables, así como los espacios dedicados a los antiguos mapas y grabados, que datan del siglo XVI en adelante.
El recorrido histórico-cultural pasa también por el céntrico Palacio Ferreyra, una magnífica mansión en el centro del barrio Nueva Córdoba, rodeada de jardines, donde funciona un museo de arte con 12 salas de exposición permanente, un auditorio, una sala taller y biblioteca, y un espacio de interpretación. Está muy cerca del Museo Caraffa de Bellas Artes, una institución cultural que establece diálogos entre la memoria artística y las dinámicas de producción y circulación del arte contemporáneo. Desde este sector de la ciudad, dos avenidas que se abren en forma de abanico llevan respectivamente al complejo cultural y recreativo Paseo del Buen Pastor y a la feria artesanal Paseo de las Artes: desde aquí se está a un paso del polo gastronómico en torno a la animada calle Belgrano.
Pero Córdoba tiene también una joya natural para descubrir en el norte de la provincia. Se trata de ese gran mar interior que es la laguna de Mar Chiquita, un enorme espejo de agua de 70 por 75 kilómetros que bastan para convertirlo en el quinto lago salado más grande del mundo, y el mayor de América del Sur. A sus orillas florece, después de varias vicisitudes, el balneario de Miramar de Ansenuza (muy concurrido en verano, pero se disfruta todo el año, sobre todo tras la inauguración de su moderno hotel-casino).
Este gran laguna, que se ve tranquila en toda su superficie pero también sabe de tormentas que pueden llegar a levantar grandes olas, es un paraíso para los flamencos. En Sudamérica viven cuatro especies de estas aves, y tres son visibles aquí: el flamenco austral (presente a lo largo de todo el año), la parina chica y la parina grande (ambos procedentes de las lagunas altoandinas). Viven aquí -en colonias que abarcan durante el verano más de 300.000 individuos- porque en esta cuenca donde entra el agua de los ríos, pero no puede salir, se acumulan sales y minerales donde prospera la artemia salina, el principal alimento del flamenco y también el responsable de su color anaranjado.
Este gran humedal tiene unos 100.000 años de antigüedad, según los últimos estudios, y está en vías de convertirse en Parque Nacional. Mientras tanto, ya forma parte de la red de sitios Ramsar y de la red hemisférica de reserva de aves playeras, que encuentran aquí un espacio de descanso en sus largas travesías migratorias. Una de las mejores maneras de conocer la laguna es subirse a las lanchas de la familia Michelutti, que organiza excursiones de distinta duración y se acerca cuidadosamente a las colonias de flamencos, revelando durante la navegación las particularidades de este ambiente único.
Además de su rica naturaleza, en Miramar de Ansenuza -una ciudad que fue arrastrada tres veces por el agua de la inundación al desbordarse la laguna- al abundan los misterios: sobre todo los que se concentran en torno al Hotel Viena, un imponente edificio en el que solían reunirse visitantes alemanes y las familias más acaudaladas de Córdoba, para disfrutar de las propiedades curativas de la laguna (hasta el Cura Brochero, como cuentan testimonios hallados recientemente, pasó por aquí). La historia del Hotel Viena está envuelta en misterio y preguntas, muchas de ellas sin respuesta: ¿hubo realmente aquí residentes nazis escapados de Europa? ¿Existen en verdad los fenómenos sobrenaturales que lo convirtieron en el quinto lugar del mundo -y primero en Sudamérica- en materia de actividad paranormal? Los guías que realizan un minucioso recorrido tienen las respuestas e invitan a descubrir mucho más de la historia de Miramar de Ansenuza, este pueblo que fuera antiguamente habitado por los indios sanavirones y que, en tiempos mucho más recientes, se hizo próspero gracias a los criaderos de nutrias. Si hubo decenas de ellos hasta los años 80, hoy sobrevive un puñado: pasada la costumbre de usar la piel de estos animales para abrigo, hoy se consume su carne, un plato muy frecuente en todos los restaurantes de Ansenuza. Los criaderos, como el de Egidio León o el de Ricardo Calcaterra, están abiertos al público y brindan explicaciones detalladas sobre una actividad que hoy cobra nueva vida y se suma a la elaboración de productos artesanales propios de la región.
ROSARIO
No hay que irse muy lejos para disfrutar de unas buenas vacaciones tan invernales como urbanas. Rosario, a solo 300 kilómetros de Buenos Aires, tiene la gran ventaja de mirar hacia el Paraná tanto como la capital argentina no mira hacia el Río de la Plata: por eso, una manera ideal de recorrerla es partiendo en una excursión náutica desde la Estación Fluvial, frente al Monumento a la Bandera. Allí mismo se pueden alquilar bicicletas, para emprender un paseo que -dejando el Paraná a la derecha- recorre la costanera, los galpones de arte, los restaurantes más tradicionales, el Parque España con su anfiteatro, los juegos infantiles que recrean la planta del irupé y el Museo de Arte Contemporáneo Macro. Un poco más allá, el Boulevard Oroño es un clásico que desemboca en el Parque Independencia, el Museo Castagino y el Rosedal. En pleno centro, la Plataforma Lavardén es otro lugar clave de Rosario, conocido por su propuesta artística de vanguardia (las almohadas cuenta cuentos, la Galería de los Roperos).
Rosario también creció gastronómicamente gracias al esfuerzo de sus emprendedores. Desde 1999 Rosario es la Capital Nacional del Helado Artesanal, haciendo honor a una tradición nacida luego de la Segunda Guerra Mundial con la llegada de numerosos inmigrantes italianos. Hay decenas de heladerías en la ciudad, alimentadas gracias a la principal cuenca lechera del país: cada cual tendrá su favorita, pero vale la pena ir pidiendo recomendación y probando las especialidades de cada una. Y aquí también están en pleno auge los circuitos de cerveza artesanal, con nuevas propuestas para todos los gustos. Sobre la calle Pellegrini, parte del corredor gastronómico rosarino, se encuentra Goodfellas, pero también tienen sede local la marplatense Antares, así como Growler Garage y Manush, famosa por sus picadas.
Como para no dejar nada sin probar, el Mercado del Patio también ofrece sus tentaciones. Está ubicado frente a la Terminal de Ómnibus y tiene decenas de locales concesionados a diferentes emprendedores, productores, cooperativas y empresas de gastronomía. El objetivo es que estén en contacto directo con el público, para comprar, conocer, saborear, aprender y celebrar la gastronomía. Prioriza los productos naturales, el encuentro entre productores y compradores, la experiencia de compra calma y el disfrute.
Y finalmente, no hay visita a Rosario sin conocer el Monumento a la Bandera, que domina la barranca sobre el río Paraná y ofrece, desde su torre de 70 metros de altura, una visita imponente sobre la ciudad. Un baño de historia para agregar al circuito cultural y gastronómico de una Rosario que le pone calidez al invierno.