Post Covid-19: lo que podría cambiar en la hotelería
Los tiempos cambian, a veces más rápido de lo que parecía posible imaginar. Basta recordar que en los últimos años el avance de las plataformas de alquileres temporarios entre particulares “mordió” parte del negocio de la hotelería tradicional: hasta hace pocas semanas, la tendencia parecía imparable y tanto las cadenas como los hoteles independientes habían empezado a reaccionar. Pero el virus del Covid-19 parece haberlo cambiado todo y ahora los analistas estiman que el sector tradicional es el mejor parado ante los nuevos paradigmas de la hospitalidad que se irán implementando a medida que terminen los confinamientos.
¿Lo que vendrá?
Los profesionales y los usuarios llegan a la misma conclusión en los foros y en los espacios de debates y reflexión generados durante la pandemia sobre el futuro de la hotelería: los anfitriones de alojamientos particulares no pueden garantizar una limpieza profunda al finalizar cada estadía. No tienen ni los medios ni las capacidades materiales para poder hacerlo, en tanto los hoteles -y más especialmente las cadenas- ya cuentan con protocolos sanitarios eficientes desde hace tiempo y podrán garantizar seguridad e higiene en sus establecimientos después de la crisis, como lo hacían ya antes de ella.
Sin embargo, los mismos expertos advierten que habrá que tomar en cuenta el efecto de la distancia social. Seguramente se convertirá en un pedido y una costumbre de los clientes durante cierto tiempo a partir de ahora. Y los hoteles -lugares de tránsito con fuertes rotaciones de gente y espacios comunes por lo general concurridos- tendrán que tomarlo muy en serio. Probablemente verán aparecer una nueva categoría de competidores: los departamentos o viviendas turísticas., que ya son moneda corriente en varias regiones muy visitadas de Estados Unidos, como Florida o California. Este tipo de infraestructura cuenta con eficiente gestión sanitaria desde su creación y los huéspedes suelen contratarlas con un servicio de limpieza diario (el mismo que tendrían en su cuarto de hotel). Esta solución además tiene el visto bueno de las autoridades públicas y no son combatidas como los alojamientos de tipo colaborativo, porque generan impuestos y crean empleos a tiempo completo.
En España, Argentina y Estados Unidos
Pero nada está dicho todavía, y lo único que sabemos con seguridad es que el mundo pre Covid-19 ha caducado. Los profesionales del sector de la hotelería y la restauración tendrán que hacer frente a emergencias financieras durante los próximos meses, por más que hayan reflexionado y preparado esta transición impulsada por motivos sanitarios. En España por ejemplo están elevando protestas con el plan de “desconfinamiento” anunciado por el gobierno, que establece un aforo máximo de 30% en un primer tiempo para luego elevarlo a medida que se pueda decidir según la evolución de la curva de los contagios.
En la Argentina, la Asociación de hoteles de Turismo (AHT) publicó un comunicado donde detalla una serie de sugerencias para “una operación segura en sus más de 300 hoteles representados”. Con el aval de profesionales de la salud, este protocolo va más allá de las “medidas vigentes a nivel nacional y fue elaborado en base a la experiencia y aporte de sus asociados” y de lo que se está haciendo en el resto del mundo según las recomendaciones de la OMS.
En Estados Unidos se dan por descontados cambios en las prácticas y los hábitos que eran impensables hace todavía algunas semanas: entre las novedades, el control de temperatura de los huéspedes al momento de su llegada, registros de entrada y salida virtuales, ascensores limitados a una persona a la vez, intervalos de 24 horas entre dos estadías en cada habitación. Y más llamativo aún: desayunos servidos en cajas individuales que se retiran en un refrigerador en el lobby… No es una hipótesis sino lo que ya se está haciendo en el Four Seasons de Manhattan, que funciona a modo de conejillo de Indias, como lo reconoció Rudy Tauscher, su gerente general. «Creo que es seguro decir que los buffets de desayuno y las mesas comunitarias y el tipo de cosas que habían sido tradiciones en muchos hoteles van a desaparecer, por quién sabe cuánto tiempo», comentó.