El Icon of the Seas se prepara para empezar a navegar
Falta cada vez menos para celebrar la puesta en servicio del barco de pasajeros más grande del mundo y de toda la historia de la navegación.
Con el Icon of the Seas, Royal Caribbean tendrá el más lindo y más grande buque de cruceros jamás construido. Falta muy poco para su puesta en servicio, programada para principios de 2024. Ese evento muy anticipado genera críticas y temores entre los ambientalistas, que denuncian la carrera al gigantismo del sector.
El Icon of the Seas superará todos los récords actuales, con más de tres cuadras y medio de largo (365 metros) y una capacidad para 10.000 pasajeros (incluyendo la tripulación). También asombrará con siete piletas, unas 40 opciones de restaurantes y bares y el mayor parque acuático flotante. Otro dato significativo: su tonelage bruto de 250.800 t lo hace cinco veces mayor al Titanic.
A partir de 2024 ofrecerá viajes por el Mar Caribe desde su base en el puerto de Miami y las reservas ya son un éxito, según aseguran tanto la empresa como las agencias y los operadores especializados en cruceros. La CLIA (Cruise Lines International Association), por su parte, comunica que el volumen total de pasajeros de cruceros en 2023 será mayor al de 2019, con 31,5 millones de clientes. Para responder a esta demanda en pleno crecimiento, varias navieras apuestan al gigantismo y Royal Caribbean es una de ellas. La empresa encargó dos otros barcos de tamaños similares al Icon of the Sea a los astilleros Meyer de Turku, en Finlandia. La empresa apuesta así a una economía de escala para reducir sus costos y aumentar sus capacidades. También asegura que la huella carbono de un barco grande como el Icon of the Seas es menor que la que producirían varios buques chicos para transportar una cantidad similar de pasajeros.
El impacto es el punto que más critican los ambientalistas y los climatólogos, que ven en el sector de los cruceros una importante fuente de emisión de gases de efecto invernadero. Como respuesta, la industria realizó colosales avances para reducir su huella, transformar sus motorizaciones, adoptar combustibles más verdes y enchufarse a redes eléctricas durante las escalas en puertos. Esa transformación está en curso desde hace varios años. El Icon of the Seas será incluso uno de los modelos de esta transformación, ya que adoptó una tecnología que funciona con GNL.
Además de la componente ambiental de la carrera al gigantismo, los adeptos del slow tourism y los promotores de barcos más chicos alertan, por su parte, sobre las consecuencias de las llegadas masivas de pasajeros en las escalas, en puertos que no siempre están preparados para tanta afluencia y en destinos que ya sufren efectos del sobreturismo, como es el caso en el sur de Europa.
Por el momento, el público parece haber hecho su decisión y el éxito anticipado del Icon of the Seas conforta Royal Caribbean en su decisión y su estrategia.