El sobreturismo llegó hasta la cumbre del Everest
¿Conquistar la cima del Everest sigue siendo un sueño honorable o se ha convertido en una peligrosa aventura ambiental y social? El debate sobre el sobreturismo en el pico más alto del mundo cobra cada vez más fuerza.
Atraídos por el desafío de alcanzar la cima del mundo, cientos de escaladores intentan ascender el Everest cada año. En 2019, se alcanzó un récord histórico con 900 personas en la cumbre. Sin embargo, esta masificación tiene un precio elevado.
Las cicatrices del Everest
Basura: en los campamentos base, especialmente en el lado nepalí, se acumulan toneladas de desechos cada año. En 2019, se retiraron 11 toneladas de basura, una cifra alarmante que evidencia la magnitud del problema.
Medio ambiente: los glaciares, ya amenazados por el cambio climático, se ven aún más afectados por la actividad humana. Las rutas de escalada, los campamentos y los desechos abandonados dañan el ecosistema local.
Seguridad: la masificación en las rutas aumenta el riesgo de accidentes. En 2019, 11 personas perdieron la vida, a menudo debido a la congestión y el agotamiento. Los guías locales, conocidos como «sherpas», también sufren las consecuencias, expuestos a condiciones peligrosas y una presión cada vez mayor.
“Elegir cumbres menos frecuentadas ofrece ventajas: una experiencia más auténtica, con menos estrés y mayor interacción con la población local.”
Alternativas para un montañismo responsable:
Para quienes buscan experiencias menos masificadas, pero igual de emocionantes, el Himalaya ofrece alternativas al Everest:
Cho Oyu (8.188 m): Sexto pico más alto del mundo, ofrece un reto técnico interesante con menos multitudes.
Manaslu (8.163 m): Ubicado en la región nepalesa de Gorkha, este pico ofrece un trekking de aproximación con aldeas tradicionales y paisajes diversos.
Lhotse (8.516 m): Comparte la ruta de aproximación al Everest hasta el Campo 4, permitiendo descubrir la cara sur del Everest sin la masificación de la cumbre.
Elegir cumbres menos frecuentadas ofrece ventajas: una experiencia más auténtica, con menos estrés y mayor interacción con la población local, además de un impacto ambiental reducido; retos técnicos, en ascensos con desafíos que pueden ser tan gratificantes como el Everest; y el descubrimiento de nuevos horizontes, diversificando experiencias y explorando montañas menos conocidas.
Escalar el Everest sigue siendo una hazaña admirable, pero no a costa del medio ambiente y la seguridad. Explorar alternativas y adoptar un enfoque responsable del montañismo son claves para preservar la belleza del Himalaya y disfrutar de la montaña de manera sostenible.