En Europa viajar en tren es dos veces más caro que en avión
El hecho fue confirmado por un estudio exhaustivo de Greenpeace, que comparó el precio de los pasajes de aire y ferrocarril entre más de cien ciudades del continente.
Hasta la aparición de las low-costs y la generalización de las líneas de alta velocidad, era mucho más económico viajar en tren que con el avión para recorrer Europa. Hace muchos años que esta tendencia fue revertida, pero hasta el momento faltaba un informe preciso para confirmar la magnitud de las diferencias de precios.
Es lo que acaba de realizar la ONG Greenpeace, que comparó precios y midió el impacto ambiental que tienen los dos medios de transporte. Confirmó así que para viajes de distancias equivalentes, el tren es dos veces más caro que el avión en la actualidad. Sobre algunos tramos, la diferencia es sideralmente más elevada y la relación es de ¡30 por 1!
Una diferencia calificada de abismal
El propósito de la ONG no fue tanto medir la diferencia de los precios, sino analizar el impacto ecológico del sector del transporte aéreo y proponer soluciones para que el ferrocarril sea más competitivo. La actual distorsión tarifaria representa una «diferencia abismal y va en contra de la necesidad urgente de reducir el tráfico aéreo y desarrollar la red ferroviaria».
Herwig Schuster, el experto en transportes de la campaña Movilidad para Todos de Greenpeace, comenta sobre este tema que “este informe muestra hasta qué punto se incita a los ciudadanos europeos a volar. Las compañías aéreas se benefician de exenciones fiscales escandalosas, y las de bajo coste, en particular, han utilizado todos los trucos posibles para ofrecer vuelos a precios vergonzosos. Los vuelos a 10 euros sólo existen porque otros pagan el coste real: los trabajadores precarios, los clientes que tienen que pagar muchos costes adicionales, las autoridades locales que conceden subvenciones con el dinero de los contribuyentes… Por el bien del planeta y de los ciudadanos, es urgente invertir esta tendencia».
El informe analizó 112 rutas dentro de 24 países de la UE, además de Suiza, el Reino Unido y Noruega. Las rutas estudiadas no superan 1.500 kms entre destinos que cuentan al mismo tiempo por lo menos un aeropuerto internacional y una estación de ferrocarril. El tren resultó ser el más caro en 79 de los casos. Entre las pocas rutas favorables al ferrocarril está París-Ginebra, gracias al servicio de la empresa franco-suiza Lyria. Es una de las 23 rutas por las cuales el tren es siempre más económico que el avión.
El estudio de Greenpeace fue publicado en un momento en el cual las autoridades europeas y las de varios países reconocen que hay que relanzar las conexiones intercapitales e intercity que fueron abandonadas durante las últimas décadas; y anunciaron planes e inversiones para restablecer los trenes nocturnos de larga distancia.
Greenpeace descubrió que las low-costs dominan el 79 % de las rutas estudiadas, impulsando tendencias hacia precios siempre más ajustados y promociones siempre más frecuentes, algo que las empresas ferroviarias no pueden o no quieren replicar.
Su documento precisa además que para “una reserva de última hora (dentro de la misma semana) en las 112 rutas analizadas, el tren es un 189 % más caro que el avión en promedio. Cuando la reserva fue realizada con un mes de antelación, la diferencia de precio se eleva al 246 %. Por último, en el caso de los billetes comprados con más de 4 meses de antelación, la diferencia de precio es menor, pero sigue elevada, en torno al 180 %”.
Los países más caros
Algunos trayectos muestran una diferencia muy superior a estos promedios. Por ejemplo, Londres-Barcelona puede costar hasta 30 veces más en tren que en avión. Al mismo tiempo, Greenpeace recuerda que el transporte aéreo tiene un impacto climático 80 veces superior al ferrocarril, para la misma cantidad de pasajeros transportados sobre una distancia equivalente.
Finalmente, la ONG advierte que los países donde se notan las mayores diferencias de precios son Bélgica, el Reino Unido, España y Francia. Allá, como en el resto del continente, Greenpeace pide que se tomen medidas “para que el ferrocarril sea más accesible que los vuelos”. Quiere que se aumente el impuesto de solidaridad sobre los billetes para financiar alternativas bajas en carbono y recomienda fomentar el uso del tren mediante la creación de un «billete climático» (un paquete que permita viajar en tren de forma ilimitada y a un precio razonable).
Para aportar mayor parcialidad al informe de Greenpeace, cabe recordar que la diferencia de precio por pasajes debe incluir, en el caso del avión, los transfers entre los aeropuertos y los centros urbanos (adonde llegan los trenes). De esta manera, se achica la brecha tarifaria de manera notable, sobre todo en el caso de ciudades como París o Londres, donde hay que sumar varias decenas de euros al precio del pasaje aéreo, incluso cuando se viaja con los transportes públicos.