Francia prohíbe algunos vuelos cortos y privilegia el tren
El aeropuerto parisiense de Orly ya no se conectará con Nantes, Bordeaux o Lyon por vía aérea, ya que quedan prohibidos los vuelos cortos si hay una alternativa en tren menor a las dos horas y media de duración.
La revolución ambiental llega a los viajes internos en Francia. Esta semana entró en vigencia la prohibición de volar entre dos ciudades cuando haya, como alternativa, rutas en tren que lleven menos de dos horas y media de viaje: de este modo, el aeropuerto de Orly ya no se conectará por avión con ciudades como Lyon (este), Bordeaux (oeste) o Nantes (oeste).
La expectativa es que el cambio siga avanzando y, a medida que vayan aumentando las conexiones por tren, haya menos viajes en avión, con el consecuente ahorro en emisiones contaminantes para el ambiente. Las próximas conexiones que podrían ser reemplazadas son las que existen entre París y Rennes o Marsella.
La medida que entró en vigencia esta semana, tras su publicación en el Boletín Oficial, estaba prevista ya en la ley Clima y Resiliencia, de 2021, que, sin embargo, había quedado en suspenso mientras la Comisión Europea examinaba una apelación interpuesta por el sector aéreo, que la consideraba como inútil para el ambiente y contraria a la libertad de provisión de servicios.
La decisión oficial establece las condiciones de aplicación de la prohibición: el trayecto en tren debe conectar las mismas ciudades que los aeropuertos en cuestión, sin ningún cambio. En el caso de Roissy-Charles-de-Gaulle, se tiene en cuenta la estación de alta velocidad que da servicio al aeropuerto.
En la práctica, la ley ya se aplicaba desde hace meses, porque el gobierno obligó a Air France a renunciar a varios de sus vuelos de corta distancia a cambio de la ayuda financiera que le fue otorgada en mayo de 2020, en plena crisis del coronavirus.
El ministro de Transportes, Clement Beaune, celebró la medida y aseguró que se trata de una decisión con repercusión “mundial”. Es “injustificable” que se mantengan conexiones aéreas entre grandes ciudades unidas por líneas ferroviarias “rápidas, regulares y eficaces”.
El decreto publicado en el Boletín Oficial añade que “las frecuencias deberán ser suficientes y los horarios adecuados, teniendo en cuenta las necesidades de transporte de los viajeros que utilicen esta ruta, especialmente en términos de conectividad e intermodalidad, así como los desplazamientos de tráfico que provocaría la prohibición”. Por último, la ruta debe permitir a los pasajeros pasar más de ocho horas al día en el lugar, durante todo el año.
La prohibición, sin embargo, no concierne a los vuelos en conexión, lo que suscitó la protesta de Christine Arrighi, diputada ecologista por el distrito de Haute-Garonne. “Cambiamos de aeropuerto, en lugar de partir de Orly partimos de Roissy, y como partimos de Roissy todo vale”.
Por su parte la principal organización de aerolíneas europeas, Airlines for Europe (A4E), criticó las “prohibiciones simbólicas” y pidió a los gobiernos que apoyen “soluciones reales y significativas” para descarbonizar la aviación. Su vocero agregó que las compañías aéreas se habían comprometido a “cero emisiones netas” de CO₂ de aquí a 2050, en particular mediante el uso de combustibles no fósiles.
La ONG Transport & Environment (Transporte y Medio Ambiente) también declaró en diciembre que “la prohibición de los vuelos [cortos] en Francia es una medida simbólica que desgraciadamente tendrá muy poco impacto en las emisiones”.