La meseta de las maravillas
Nació para proteger al macá tobiano, una pequeña ave endémica en riesgo de extinción, y está en proceso de ampliar su superficie. El Parque Nacional Patagonia forma parte de un circuito binacional mucho más amplio, con cuatro portales de acceso del lado argentino y otros tantos del lado chileno.
Lagos, ríos, cañadones, cuevas, pinturas rupestres. Todos los colores que sea posible imaginar en la naturaleza parecen darse cita aquí, en los rincones tan recónditos como diversos del Parque Nacional Patagonia, ubicado a la altura del paralelo 47 de latitud sur en la provincia de Santa Cruz. Es uno de los más recientemente creados en la Argentina y nació con un fin muy particular: la protección del macá tobiano, un ave descubierta recién en 1974 y de la que se estima quedan apenas un millar de ejemplares. Pequeña y zambullidora, se reproduce solamente en las lagunas de altura santacruceñas: por eso, hace cinco años, el Parque Nacional Patagonia se fundó “con la designación de una superficie en la meseta del lago Buenos Aires, llamado Carreras del lado chileno, el segundo más grande de Sudamérica”, explica Guido Vittone, coordinador de Relaciones Institucionales de la Fundación Flora y Fauna, que ahora trabaja en la preparación de nuevas áreas para ser donadas e incorporadas al área protegida.
Al borde de los Andes
El proyecto de lo que actualmente se conoce como Circuito Binacional Parque Patagonia, que incluye el Parque Nacional y otras zonas en vías de serlo, tanto en Chile como en la Argentina, es una gran área natural en proceso de crecimiento gracias a la apertura de nuevos accesos y a la donación de tierras que ampliarán su superficie. “El macá tobiano -precisa Vittone- es solo uno de los muchos endemismos, de flora y fauna que hay en la zona. Además la estepa patagónica es un ambiente aún no debidamente representado en las áreas protegidas de la Argentina. Y por si fuera poco, en cuanto a patrimonio cultural es una región muy especial porque se encuentra el sitio arqueológico más importante de la Patagonia, que la Cueva de las Manos, en el Cañadón del Río Pinturas. Desde 1999 forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco. En el área de la meseta asimismo son frecuentes los petroglifos, grabados en las piedras muy poco conocidos por lo inaccesible del lugar donde se encuentran. Y es uno de los últimos lugares adonde llegó nuestra especie, en su expansión tal vez desde África hacia otros continentes”.
El circuito binacional comprenderá en total ocho portales de acceso: cuatro en Chile -Jeinimeni, Tamango, Valle Chacabuco, Casa de Piedra- y cuatro en Argentina -Roballos, Meseta, La Ascensión y el recientemente inaugurado Cañadón Pinturas, de importancia clave porque permite el acceso a la célebre Cueva de las Manos, uno de los principales atractivos de la región, protegido con el estatuto de un parque provincial. Esta gran cavidad en la roca, rodeada de aleros, se encuentra “sobre la cuenca del río Pinturas, el sitio arqueológico más importante de la Patagonia”, explican los guías de sitio que reciben a los grupos de visitantes en el pequeño centro de interpretación, para luego emprender la caminata hasta las famosas manos. Los primitivos habitantes de este lugar dejaron así impresas las huellas de su presencia, en negativo y en diferentes colores según los minerales utilizados, plasmando también escenas de su vida cotidiana como la caza del guanaco, un animal abundante en la región. “No sabemos ni el nombre ni la lengua de estos pueblos, que no sobrevivieron al paso del tiempo -agregan los guías- pero se los denomina como pretehuelches”. El sitio, impresionante, abarca 829 manos impresas en total en todo el alero y en la cueva en sí, de 24 metros de profundidad y diez metros de altura.
Portales australes
Un “portal” es una zona desde la cual hay acceso a diferentes senderos y actividades, y donde se concentran los principales servicios que requiere el viajero. Es importante tener en cuenta que los del Parque Patagonia están en algunos casos en lugares de clima extremo, de modo que siempre antes de emprender la travesía es preciso averiguar las condiciones de rutas y presencia de prestadores, particularmente en época invernal. Tierra de Colores es uno de los más bellos senderos para recorrer partiendo precisamente de estos portales: este cañadón donde se suceden las capas de sedimentos rojos y amarillos asombra por el espectáculo natural que despliega. No impresionan menos el río Caracoles, una formación de sal que permite seguir a pie su blanco lecho; el cerro La Calle, así llamado porque un paso natural parecido a un pasaje se abre camino entre las paredes de piedra; o el mirador del cerro Guanaca, con una espectacular vista en 360º sobre toda la región.
“Hoy trabajamos por el uso público y el acceso gratuito a estas tierras. Flora y Fauna compra los campos y tiene buena respuesta de las poblaciones locales”, detalla Vittone, mientras Paglo Agnone -intendente del Parque Nacional- subraya también que “hablar de un parque binacional es todo un desafío a nivel gubernamental, ya que estamos hablando de la concreción de un área protegida bajo la jurisdicción de dos países, que si bien son limítrofes tienen legislaciones propias. Tal vez el desafío radique en eso, en lograr que tanto Chile como la Argentina conserven un mismo sector para disfrute de toda la sociedad que viene a visitar este lugar”.