Vuelos transcontinentales… Sin dormir y sin distracciones

Así es el raw-dogging, una nueva tendencia que gana adeptos en los viajes aéreos de larga distancia. 

Para desconectar y despejar la mente, algunos viajeros se embarcan en modo raw-dogging; es decir, que no se conectan a ningún tipo de entretenimiento durante todo el tiempo que están sentados en su butaca. No miran su celular y tampoco prenden la pantalla de su asiento. Los que lo practican afirman que se trata de “una nueva tendencia de desarrollo personal”. Pero los profesionales del transporte aéreo advierten que no está exenta de riesgos para la salud.

El vuelo de quince horas hasta Europa suele ser muy largo, por más que se mire películas y que se duerma… Pero lo es mucho más para los adeptos del raw-dogging, que apagan el teléfono, cierran el libro y también evitan las siestas. En otras palabras, no hacen nada en absoluto durante todo el tiempo que pasan en el avión. Los más extremistas de esos viajeros hasta rechazan las cenas y los desayunos que se les sirve a los pasajeros en los vuelos transcontinentales. 

Pasar horas mirando al espacio sin distracción alguna es el reto que se plantean en X o TikTok los internautas que practican este raw-dogging, según la BBC. El término, que hasta ahora se refería a «mantener relaciones sexuales sin preservativo», saltó a otros campos semánticos y en particular al vocabulario de los viajes en avión. Se usa para «cualquier actividad sin ayuda ni protección», según The New York Times. 

“Si no sabes dónde mirar, puedes mantener los ojos pegados al respaldo delante de ti o al aviso de seguridad», comentan los raw doggers en sus redes sociales. Los internautas que les responden están divididos entre dos opiniones: el asombro o el respeto. Entonces, el raw-dogging ¿es una tortura autoinfligida o un reto del que se puede salir airoso?

Despejar el cerebro

La mayoría de los raw-doggers son integrantes de la Generación Z, que ven en esa práctica una oportunidad para «demostrar su resistencia y autocontrol», escribe la revista de negocios Fortune. Uno de los argumentos esgrimidos es la oportunidad de despejar la mente y desconectar, de «pensar en las cosas que realmente importan», señala otro medio, que compara este «método de desorden del cerebro» con lo que «hacen los monjes y las monjas». Al «dedicar tiempo a reflexionar en silencio, se deja vagar más la mente y se abandona el subidón de dopamina que proporciona la tecnología”, reconoce Danielle Haig, psicóloga empresarial entrevistada por la BBC.

A pesar de la exageración, «algunos expertos médicos advierten de los importantes riesgos para la salud» que entrañan los vuelos largos sin comida, agua ni movimiento, agrega la misma nota de la BBC.

Estar sin moverse durante tanto tiempo es correr el riesgo de desarrollar una «trombosis venosa profunda», mientras que negarse a beber presenta «riesgos evidentes de deshidratación». Sobre todo porque los jóvenes que beben en las redes sociales a veces lo hacen «por su honor y su reputación, no para desconectar», afirma Fortune.

En general, el deseo de vivir la vida «en su forma más pura» se ha convertido en una tendencia de desarrollo personal, según The New York Times, que señala que «la gente puede ahora ‘ir a lo crudo’ superando la gripe sin tomar medicamentos, cocinando sin usar recetas o viviendo sin beber alcohol».

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